Uso terapéutico del cannabis. Variedades de uso medicinal

Debemos partir de la base de que en la planta de cannabis hay una muy compleja mezcla de
sustancias activas, que pueden presentarse en proporciones diferentes según la variedad, o no
estar presentes en algunas preparaciones. Esta cuestión es crucial para entender que las
cualidades terapéuticas de una variedad de cannabis dependen de muchos factores. Es
primordial desde el punto de vista terapéutico conocer el porcentaje de cannabinoides de las
variedades a utilizar, así como la ausencia de contaminantes como pesticidas, hongos,
bacterias o metales pesados. Cuanta más información tengamos sobre los porcentajes de
cannabinoides y a ser posible de terpenos de la variedad a utilizar, mejor podremos predecir
los efectos que probablemente beneficiarán al paciente. También con esta información
podemos dosificar de manera exacta y pautar los tratamientos, reduciendo asimismo los
efectos secundarios. Se pueden además elaborar diluciones en aceite, por ejemplo,
conociendo la concentración de cannabinoides para su posterior uso terapéutico, pudiendo
dosificar de manera exacta. Como mencionábamos antes, la planta del cannabis es una
mezcla compleja de sustancias, por lo que hay que individualizarlas para saber qué efectos
producen y cómo actúan en nuestro organismo.

Conocemos actualmente bastantes cannabinoides, como el THC, CBD, CBN, CBG, CBGV, CBDV, THCV, CBC, CBCV, así hasta unos 110 aproximadamente, y sabemos también qué otras moléculas activas de la planta,
como los terpenos (los cannabinoides son terpenofenoles), influyen en el efecto terapéutico de
las distintas variedades de cannabis. Los terpenos son moléculas muy interesantes, ya que
poseen propiedades terapéuticas muy parecidas a los cannabinoides, con los que a veces
comparten una estructura química, similar en ocasiones, lo que determina que actúen a nivel
molecular sobre los mismos receptores que los cannabinoides en algunos casos. Por ejemplo,
el beta-cariofileno actúa sobre receptores CB2 y PPAR, que son receptor
punto de vista terapéutico, se debería considerar trabajar muchas veces con un ratio THC/CBD
de 1/1 o cercano.

Es un ratio con muchas posibilidades terapéuticas, debido a la sinergia entre
THC y CBD, que nos determina por ejemplo un efecto analgésico mas potente, y el CBD
atenúa el efecto psicoactivo, reduciendo el “ colocón “ así como la taquicardia y ansiedad que
puede provocar el THC. Lo mismo pasaría con los terpenos, que para complicar el tema
también interactúan con los cannabinoides en ocasiones potenciándolos y en otras ejerciendo
efectos antagonistas. La planta de cannabis es muy compleja en principios activos, unos 400
en total, de los cuales unos 170 aproximadamente serian terpenofenoles o cannabinoides y
terpenos. Es primordial saber pues el porcentaje por lo menos de THC y CBD para predecir de
manera fiable el efecto que vamos a obtener del uso de una u otra variedad de cannabis. De
todas formas, cuanta mayor información tengamos sobre el porcentaje de cannabinoides y
terpenos, mejor.

Recientemente, el interés por el uso terapéutico del cannabis ha hecho replantear algunas
cuestiones relativas a la mejora genética que se había realizado en muchas variedades con
finalidad recerativa para conseguir cada vez mayor concentración de THC, por ejemplo con luz
ultravioleta, que determina mayor producción de THC, ya que esta molécula actúa como
mecanismo de defensa cuando la planta esta expuesta a elevada radiación ultravioleta (el THC
actuaría como la melanina en nuestra piel). Debemos tener en cuenta que la planta genera
cannabinoides para su defensa en muchas ocasiones, en función de sus depredadores
habituales, aunque en ocasiones no se consiga una resistencia absoluta. Todos sabemos que
hay variedades más resistentes a ciertas plagas que otras. Se olvidaron quizás en el camino
variedades muy útiles desde el punto de vista terapéutico, así como autóctonas que se han
perdido ya seguramente, aunque haya quien se interese por recuperarlas. De todas formas, las
variedades autóctonas mantienen sus cualidades, precisamente porque llevan muchísimo
tiempo cada una en su ubicación, y eso ha hecho que se estabilizaran, manteniendo sus
cualidades y por lo tanto sus características en cuanto a porcentajes de cannabinoides, que
seguramente serán únicas cualitativamente. Pero si se intentan cultivar en otra localización que
no sea la originaria, seguramente el resultado final no tendrá mucho que ver con la autóctona.

Todos sabemos que el cannabis se adapta rápidamente a muchos microclimas, lo que
determina el gran número de variedades que se cultivan por el planeta. Sería magnifico
conocer los porcentajes de variedades autóctonas y que se pudieran comercializar a nivel
planetario, para utilizar una u otra variedad en función de las enfermedades a tratar. Todas las
variedades de cannabis se pueden utilizar con fines terapéuticos, pero hay variedades más
útiles en determinadas enfermedades. De la misma manera deberíamos utilizar THC y CBD de
manera conjunta en diferentes ratios, según las enfermedades a tratar, ya que sabiendo las
propiedades de ambos cannabinoides podemos conseguir un efecto de sinergia cuando se
administran juntos o potenciación, al tiempo que minimizamos el efecto psicoactivo que no nos
interesa desde el punto de vista terapéutico. Sin olvidar que hay algunas enfermedades que se
tratan óptimamente sólo con THC, como casos de estrés postraumático y para incrementar el
apetito.

Respecto al THC, sabemos que tiene efectos analgésicos, incrementa el apetito, reduce las
náuseas y vómitos después de quimioterapia, y reduce la espasticidad. Es el máximo
responsable del efecto psicoactivo, que será modulado por el CBD y los terpenos de la
variedad en cuestión. El efecto del THC sería lineal y los terpenos acompañantes darían los
diferentes matices del efecto psicoactivo: eufórico, introspectivo, socializante, sexual, activo,
psicodélico, etc.

El CBD adquiere importancia porque ejerce efectos diferentes al THC, aunque, como hemos
dicho antes, modula el efecto psicoactivo, reduciéndolo, y también reduce la taquicardia o
ansiedad que pueden aparecer sobre todo al inicio del tratamiento. Posee características
antiepilépticas, sobre todo en algunos casos de epilepsias refractarias. Es ansiolítico, por lo
que normaliza el estado de ánimo, cuando hay mala gestión de estrés, por ejemplo. Regula el
sueño, al favorecer la relajación. No se considera psicoactivo. También posee efecto
analgésico, que se potencia con el del THC. Tiene actividad antiproliferativa e inhibe la
migración de las células cancerosas, reduciendo el riesgo de metástasis, por lo que se estudia
en modelos preclínicos como tratamiento para el cáncer. Respecto al uso de cannabinoides
como el THC y CBD como antitumorales se debe hacer una puntualización importante: Aunque
se conocen en algunos casos los mecanismos de acción que determinan el efecto antitumoral
en modelos animales, no sabemos todavía como utilizar de manera correcta los cannabinoides
como agentes anticancerosos en pacientes. Esta es la situación actual.

No se conocen las asociaciones de cannabinoides más efectivas, tampoco sabemos las dosis exactas, ni los
ciclos de tratamiento que hay que realizar. Se investiga con otros cannabinoides distintos al
THC como el CBDV, CBGV, CBDVA, CBGVA, CBD, CBDA. Incluso en sus formas ácidas,
sobre las que realmente se carece de estudios sobre su efectividad, sabemos que el THCA no
activa receptores CB1, pero es probable que active CB2 u otros receptores del SEC.
De todas formas, conociendo los porcentajes de THC y CBD de una variedad, podemos utilizar
los preparados de cannabis de manera bastante precisa. Sabemos los efectos que producen
por separado y juntos, por lo que en función de cada enfermedad o enfermedades los podemos
utilizar por separado o dosificar en diferentes proporciones, optimizando los tratamientos. Lo
conseguimos elaborando diluciones o soluciones, en aceite, etanol, para poder dosificar de
manera exacta. También podemos con una simple báscula pesar la planta para dosificar. Por
ejemplo, si una variedad contiene un 10% de THC, en 1 g de planta tendría 100 mg de THC. Lo
mismo para los demás cannabinoides o terpenos.

El efecto psicoactivo, o “colocón”, no es generalmente deseado desde el punto de vista
terapéutico, porque determina en algunas ocasiones cierta limitación para las actividades
cotidianas. Desde el punto de vista terapéutico, es innegable que el CBD ha ganado terreno.
Es por eso que ya tenemos en el mercado variedades ricas en CBD, en diferentes porcentajes.
El THC es efectivo a dosis bajas, siempre teniendo en cuenta que no hablamos de un
consumidor crónico, que presente tolerancia a los cannabinoides. A partir de 2,5 mg por dosis,
puede ya incrementar el apetito. Tendríamos generalmente que subir a 5-10 mg por dosis para
conseguir efecto analgésico o antiemético. El CBD tiene un rango más amplio en cuanto a las
dosis en función de las enfermedades a tratar. Podemos deducir por lo dicho que si optamos
por una farmacia botánica con cannabis, tendremos la opción de utilizar THC de una variedad
con poco CBD, o bien THC y CBD juntos en diferentes ratios o proporciones. Por ejemplo, una
hipotética variedad con un porcentaje de CBD de 10% y THC de 5% proporcionaría un ratio de
2/1. (CBD/THC). También podríamos trabajar solo con CBD si pudiéramos obtener una
variedad de estas características. Hay algunas variedades de cáñamo industrial que exhiben
estas características y tienen porcentajes altos de CBD con un porcentaje de THC por debajo
del 0,2 %.

Si tuviéramos que plantear un autocultivo para abastecernos de cannabis con fines
terapéuticos, podrían cultivarse 3 variedades hipotéticas: Una variedad con alto THC, sobre el
15%, sin CBD (o muy bajo); otra variedad con alto CBD, sobre 7-15%, sin THC o con un THC
menor al 0,2 %; y, por último, una variedad que tuviera un ratio de aproximadamente 1/1, por
ejemplo 10% THC y 10% CBD. Si además podemos disponer de otras ratios pues mucho
mejor, siempre se incrementaría el CBD, recordemos que el THC es activo a dosis más bajas
para la mayoría de enfermedades. El futuro del autocultivo para abastecimiento con fines
terapéuticos pasaría por orientar las variedades como mencionamos anteriormente, siempre
cultivando en sustratos orgánicos y utilizando abonos biológicos. Debemos hacer un uso
racional y responsable, no confundiendo el uso recreativo con el terapéutico, y estar
asesorados por un médico en la medida de lo posible. Siempre se deben seguir las pautas de
administración y las dosis prescritas.

Cualquier paciente mayor de edad y correctamente informado debería decidir, ante una
enfermedad, cómo quiere ser tratado y con qué. Consideramos también que tenemos derecho
a automedicarnos, siempre con fundamentos, y a decidir en definitiva qué hacemos con
nuestro cuerpo y nuestra mente, en estos tiempos en los que decidir como ser humano es cada
vez más difícil.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *