Por su diversidad de formas, las lechugas son las hortalizas más abundantes, disponibles durante todo el año según las variedades.
Todas las lechugas proceden de la especie silvestre Lactuca serriola que crece espontáneamente en prados, pendientes rocosas y terrenos baldíos desde Asia y norte de Africa hasta el norte de Europa.
La lechuga es una planta anual de días largos y ciclo corto, que se consume en estado joven antes de subirse a flor. Desarrolla una roseta de hojas enteras, susceptibles, según tipo, de formar cogollo. Después del acogollado, el tallo experimenta un alargamiento y el ápice evoluciona en escapo floral.
El sistema radicular de la lechuga es pivotante (25-30 CM) (es la raíz que crece verticalmente hacia abajo, forma un centro del cual otras raíces pueden brotar lateralmente), espeso y cabelludo. La planta presenta látex blanco y, según cultivares, antocianinas (pigmentos que dan coloración roja, violeta o azul a flores, frutos y raíces) cuya síntesis se ve favorecida por condiciones desfavorables de cultivo, principalmente por bajas temperaturas.
Entre sus variedades, se distinguen 6 grupos de lechugas, a los cuales pueden corresponder aptitudes de cultivo particulares:
Lechugas que no forman cogollo
- Lechuga-esparraguera o celtuce: La planta forma un tallo carnoso del que, después de cocido y pelado, se consume la médula
- Lechuga de cortar: Desarrolla una roseta muy tupida de hojas libres. En otro tiempo se recolectaban las hojas sueltas, a manojos, para lo que se sembraban denso y se daban pases sucesivos; en la actualidad se trasplanta y es vendida como planta entera. Presenta poco peso y mal aspecto para su venta (marchitamiento por evaporación)
Lechugas que forman cogollo
- Lechuga romana: Dan un cogollo oblongo, voluminoso pero menos prieto que los siguientes tipos. Hay variedades de invierno y de verano.
- Lechuga batavia o rizada: Cogollo con tendencia a achatarse (hojas más anchas que largas), puede ser voluminoso.
- Lechuga lisa o mantecosa: Cogollo globoso de hojas más o menos blandas. Son las más extendidas al ser las que mejor se adaptan al clima oceánico.
- Lechuga crasa: Hojas espesas que forman un pequeño cogollo poco recubierto. Muy buen comportamiento al calor y resistente a la subida a flor.
En la actualidad la renovación de variedades es muy rápida debido a la búsqueda de genotipos resistentes a diferentes razas del mildiu de la lechuga, al pulgón, etc.
La temperatura optima durante el cultivo dependerá de su estado de desarrollo, de la intensidad luminosa y de la variedad, de forma que:
- Con luminosidad reducida (días cortos y débil intensidad luminosa), las temperaturas diurnas elevadas retrasan el acogollado, en tanto que las bajas lo favorecen.
- Por el contrario, en situaciones de fuerte luminosidad, con temperaturas diurnas del orden de 20ºC, se acelera el acogollado favoreciendo el desarrollo en anchura de las hojas.
Las temperaturas elevadas favorecen la inducción floral y pertuban el acogollado, si bien, los efectos varían según la variedad. En otoño, las temperaturas demasiado elevadas pueden ocasionar divisiones de la yema terminal, lo cual se traduce por la formación de “corazones múltiples”.
Algunas variedades de primavera y de invierno, al aire libre, pueden soportar temperaturas muy bajas (-5ºC a -10ºC), manifestándose esta resistencia principalmente a partir del inicio del acogollado. Al aire libre debe recolectarse antes de las primeras heladas.
Pueden llegar a factores limitantes de noviembre a febrero: Crecimiento ralentizado y aumento del período de acogollado. Además en régimen de baja iluminación, los nitratos se acumulan en las hojas, pudiendo entrañar trastornos fisiológicos.
La lechuga es una gran consumidora de agua. Un déficit hídrico puede ocasionar la formación prematura de un acogollado defectuoso y de quemaduras marginales. Por otra parte, el exceso de humedad atmosférica favorece la aparición de la botritis.
La lechuga prospera en suelos de naturaleza física variada con tal de que presente una estructura estable, que permita una buena retención de agua en superficie para garantizar una alimentación hídrica sin altibajos.
Un buen contenido de la tierra en materia orgánica siempre es útil. Favorece el calentamiento del suelo, buscado en cultivos de primavera.
La lechuga es una de las hortalizas más sensibles al exceso de salinidad, si bien, un índice de materia orgánica elevado ayuda a la planta a soportar un grado de salinidad alto. Aunque el aporte de materia orgánica poco degradada, antes de la plantación, no es aconsejable, el estiércol bien descompuesto favorece el calentamiento del suelo.
La planta forma de modo natural una raíz nabiforme, que obtenida en cepellón tiende a suprimirse. La relación hoja/raíz es siempre alta, de ahí la necesidad de obtener un desarrollo rápido del sistema radicular por medio de un terreno con estructura granulosa y muy porosa.
La lechuga no acepta el exceso de acidez, siéndole también perjudicial la reacción alcalina.
Necesidades nutricionales:
- Nitrógeno: En un buen suelo de cultivo sus bajas necesidades, en verano y otoño, son satisfechas por la mineralización de la materia orgánica. En otoño-invierno los excesos de abonado nitrogenado favorecen la botritis, retrasa el acogollado y puede provocar la acumulación de nitratos en las hojas.
- Fosforo: Los suelos en rotación están generalmente bien provistos de este elemento. A bajas temperaturas las señales de carencia del fósforo suelen manifestarse por la aparición de reflejos rojizos en los márgenes de las hojas
- Potasio: Sus necesidades son sensiblemente superiores en régimen de baja luminosidad.
- Magnesio: Teniendo en cuenta su baja necesidad, la alimentación suele estar asegurada en suelo equilibrado.
- Calcio: Un aumento del contenido en calcio, en ciertas situaciones, puede acrecentar la resistencia a la necrosis marginal
- Oligoelementos: Es sensible a ciertas carencias, de boro, molibdeno, zinc o cobre, que pueden evitarse con una buena gestión de las materias orgánicas y evitando todo encalado excesivo.
Las plagas que pueden afectar a las lechugas:
- Larvas de lepidópteros: Estas orugas son las más frecuentes en el cultivo de las lechugas, produciendo importantes daños, incluidas pérdidas de cosechas.
- Gusanos de alambre: Las especies de este género son con diferencia las que causan mayores daños. Atacan a las plantas jóvenes mordiendo y troceando el tallo.
- Gusanos grises: Atacan a plantas jóvenes a nivel de cuello, provocando un marchitamiento e incluso la muerte por corte total de la planta.
- Mosca blanca: El daño lo provocan las larvas, que pican las hojas, provocando amarillamiento y posterior caída. Por otro lado producen abundante melaza que mancha las plantas. Son vectores transmisores de virus y bacterias.
- Pulgones: Son varias las especies que atacan a este cultivo en hoja y algunas también raíces. El mayor inconveniente de esta plaga no está en los daños directos, aunque también puede causar debilitamiento, si no en que son transmisores de virus.
- Trips: Son muchas las especies conocidas de estos diminutos insectos alargados de 1-1,5 mm y color pardo o marrón. Su mayor perjuicio como plaga es que son vectores de virus, particularmente del virus TSWV.
- Nematodos, del genero Meloidogyne: En ocasiones se pueden observar los quistes en las raicillas que provocan, que da lugar a un desarrollo raquítico de las plantas.
- Caracoles y babosas: En condiciones de humedad pueden causar graves daños en hojas, incluso en plantas adultas.
Las Enfermedades:
- Oidio: Primero aparece en el limbo de las hojas un micelio blanquecino polvoriento, posteriormente las hojas se decoloran, hasta que finalmente acaban por marchitarse.
- Mildiu: Se desarrollan manchas entre las nerviaciones de color amarillento, más tarde grisáceas, para terminar desecándose o pudriéndose.
- Esclerotinia: Provoca podredumbres blancas en la base de la planta que producen su colapso. Si aparece esta enfermedad son aconsejables las rotaciones amplias.
- Marchitamiento por Pythium Ultimum Trow: Produce un estrangulamiento en la base del tallo, el consiguiente estancamiento del agua a nivel del tallo se traduce en amarillez, seguida de la muerte de las hojas exteriores.
- Marchitamiento por Rhizoctonia Solani Kuhn: Este hongo provoca lesiones rojizas en la base de las hojas que posteriormente se extienden hacia la raíz, provocando podredumbre en el cuello.
- Moho gris: Los síntomas provocados por este hongo incluyen podredumbre blanda acuosa de color gris, que comienza en los tejidos en contacto con el suelo, avanzando al resto de las hojas hasta alcanzar al tallo principal.
Los Virus:
- Virus del mosaico de la lechuga: Se caracteriza por un mosaico verde claro-verde oscuro en las hojas, si la infección es temprana puede causar un descenso importante en la producción. La transmisión se produce por el ataque de pulgones, principalmente, aunque se puede transmitir por las semillas.
- Virus del mosaico del pepino: Se produce un amarillamiento total, seguido de raquitismo. Se transmite por pulgones.
- Virus de las nervaduras gruesas de la lechuga: Se caracteriza por abolladuras, deformaciones en las hojas y nerviaciones amarillas. La hoja se vuelve rugosa y más gruesa de lo normal. Esta virosis es transmitida por el hongo Olpidium Brassicae Wor.
- Virus del amarillamiento necrótico de la lechuga: Las plantas afectadas son de color verde pálido a cloróticas con una apariencia aplanada. Si las temperaturas bajas las plantas pueden recuperarse. Si la infección se produce antes del acogollamiento pueden desarrollarse necrosis internas y algunas plantas morir. Su transmisión es producida por áfidos (pulgones).
- Virus del bronceado del tomate: Es frecuente que el ataque del virus se produzca a un lado de la planta, por lo que se observa un retorcimiento de la misma, también punteado pardo necrótico en hojas y peciolos, terminando con infecciones producidas por bacterias, del tipo de la podredumbre blanda. El agente trasmisor son los trips.
– Monográficos Eknokazaritza. 2005. La Lechuga. Manuel para su cultivo en agricultura ecológica.
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