1. INTRODUCCIÓN.
Las algas son organismos fotosintetizadores de organización sencilla que viven en el agua o en ambientes muy húmedos. Pertenecen al reino protista y técnicamente, son los organismos autótrofos que realizan la fotosíntesis oxigénica, si excluimos a las plantas (Embriophyta).
La utilización de las algas como fertilizante se remonta al siglo XIX, cuando los habitantes de las costas, recogían las grandes algas pardas arrastradas por la marea y las aportaban en sus terrenos.
A comienzos del siglo XX, se desarrolló una pequeña industria basada en el secado y la molienda de algas, pero se debilitó con la llegada de los fertilizantes químicos sintéticos.
Hoy en día, debido al aumento de la popularidad de la agricultura orgánica, se está revitalizando esta industria, pero no en gran escala, ya que el costo total del secado y transporte ha limitado su utilización a climas soleados y en lugares donde los compradores se hallan cercanos a la costa.
En 1991, se estimó que se utilizaban anualmente unas 10.000 toneladas de algas húmedas para obtener 1.000 toneladas de extractos de algas con un valor de 5 millones de dólares. No obstante, desde entonces el mercado se ha duplicado debido probablemente al amplio reconocimiento de la utilidad de los productos y a la mayor popularidad, de la agricultura orgánica, en la que los extractos son especialmente eficaces para el cultivo de hortalizas y algunas frutas.
2. CLASIFICACIÓN DE LAS ALGAS.
Las algas se pueden clasificar en ocho grupos, desarrollados a continuación:
Cianófitos: se trata de organismos unicelulares carentes de núcleo verdadero y de plastos, que se multiplican por división transversal. La mayoría de las especies viven en el agua, aunque algunas de ellas pueden fijar el nitrógeno atmosférico, teniendo la habilidad de vivir en tierra.
Euglenófitos: son algas de estructura muy sencilla cuya característica más significativa es la presencia de una mancha de pigmento fotosensible. Disponen de uno o dos flagelos, lo que les permite cambiar su forma, y se multiplican por división longitudinal.
Pirrófitos: son algas, en su mayoría unicelulares, que tienen dos flagelos de longitud distinta. La célula se encuentra desnuda o va provista de una cubierta más o menos dura. Tienen un ocelo que junto con su forma de vida parasitaria o depredativa posibilita que en el pasado se les considerara como organismos animales.
Crisófitas: conocidas como algas amarillas, son organismos unicelulares o pluricelulares que se reúnen en colonias. Su característica principal es la presencia de cromatóforos con pigmentos de color amarillo que les confieren un aspecto dorado. Son de morfología variable con flagelos y sin ellos y en algunos casos se mueven por rizópodos. Siempre se reproducen vegetativamente.
Clorófitas: conocidas como algas verdes, son organismos unicelulares o pluricelulares de formas muy variables. La mayoría de las especies microscópicas son propias de agua dulce, aunque hay numerosos grupos marinos que alcanzan cierto tamaño. Se multiplican por división celular, sexualmente, o por la fusión de dos gametos de tamaños diferentes. Este grupo de algas se halla muy extendido en la naturaleza, ya que algunas de estas le dan color a los estanques o cubren la cubierta de los árboles.
Carófitos: son algas muy complejas, de color verde en su mayoría, frecuentes en las orillas de los ríos y lagos. Se reproducen sexualmente o por vía vegetativa.
Feófitos: son algas que alcanzan tamaños de hasta 100 m, y grosores desde 30-60 cm hasta 2-4 m. Aunque poseen clorofila los pigmentos marrones las esconden, por lo que presentan coloración marrón o parda. Estas algas son típicas del agua salada, viviendo muy pocas en agua dulce.
Rodófitas: se les conoce como algas rojas, con una longitud de unos pocos centímetros hasta un metro aproximadamente, y comprenden especies típicas de aguas marinas de grandes profundidades, zonas donde otras especies no pueden sobrevivir por la falta de la luz. Son de color rojo, aunque no siempre presentan este color, a veces son púrpuras, o incluso de color rojo pardo, a pesar de ello, poseen clorofila. Se reproducen sexualmente y asexualmente y poseen complicados ciclos de alternancia de generaciones.
3. LA IMPORTANCIA DE LAS ALGAS EN LA AGRICULTURA.
Según estudios de una importante universidad chilena, la vinculación entre las algas y la agricultura es de vital importancia. Los estudios indican que al aplicar al suelo algas o sus derivados, sus enzimas provocan o activan en él reacciones de hidrólisis enzimáticas catalíticas reversibles, que las enzimas de los seres vivos que allí habitan, inclusive las raíces, no son capaces de realizar de forma notoria.
Las algas y sus derivados mejoran el suelo y vigorizan las plantas, incrementando los rendimientos y la calidad de las cosechas, por lo que en la medida que esta práctica se extienda irá sustituyendo el uso de los productos químicos de síntesis por orgánicos, favoreciendo así una agricultura sostenible. Las algas tienen mejores propiedades que los fertilizantes porque liberan más lentamente el nitrógeno, y además son ricas en microelementos y no generan semillas de malezas.
4. UTILIZACIÓN DE LAS ALGAS COMO FERTILIZANTE.
Gracias a su elevado contenido en fibra, macro y micronutrientes, aminoácidos, vitaminas y fitohormonas vegetales, las algas actúan como acondicionador del suelo y contribuyen a la retención de la humedad. Además, por su contenido en minerales, son un fertilizante útil y una fuente de oligoelementos.
Algas tales como Ascophyllum nodosum, Fucus serratus y Laminaria, se usan en el cultivo de la patata, alcachofa, cítricos, orquídeas y pastos. Las coralinas, algas rojas calcificadas conocidas como “maërl”, presentan un elevado contenido en carbonatos, y se usan además de como acondicionadores de suelo, para corregir el pH en suelos ácidos, aportando a su vez, numerosos elementos traza.
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Por otra parte, el uso de algas verdeazuladas, en términos de fijación de nitrógeno atmosférico, a pesar de que su potencial es menor que el de las leguminosas, cuando la siembra es exitosa, constituyen una tecnología de bajo costo, con un promedio coste/beneficio más favorable que los abonos industriales. Numerosos estudios indican que la siembra con estas algas en los cultivos de arroz puede incrementar la producción de granos de un valor de 300 a 400 kg • ha-1 • cosecha-1. En los países de bajos recursos, como la India y el Sudeste Asiático, donde el arroz es el principal componente de la alimentación y donde no se puede invertir en fertilizantes industriales por los altos costos, la utilización de las algas como fertilizantes naturales se presenta como un método más que interesante. Asimismo estas algas también están siendo usadas en algunos países europeos, para reducir los efectos nocivos en el ambiente, causado por el exceso de agroquímicos y donde la población prefiere consumir el así rotulado «arroz ecológico».
En la utilización de algas como fertilizante, el uso de extractos líquidos es un sector en crecimiento, ya que diversos formulados, tienen efectos bioestimulantes e insectífugos, siendo aptos además, para la agricultura ecológica. Algunos de ellos pueden aplicarse directamente a las plantas o aportarse a través del riego en la zona de las raíces o cerca de ellas. Varios estudios científicos han demostrado que estos productos pueden ser eficaces y actualmente tienen una amplia aceptación en la industria hortícola. Aplicados a los cultivos de frutas, hortalizas y flores, producen mayores rendimientos, mayor absorción de los nutrientes del suelo, mayor resistencia a algunas plagas, especialmente a la araña roja (Tetranychus urticae), mosca blanca (Trialeurodes vaporariorum), y los áfidos, una mejor germinación de la semilla y mayor resistencia a las heladas y a distintas situaciones adversas. Desde 2003 se ha experimentado a escala comercial resultados muy significativos de los extractos de algas, en cuanto al aumento de la producción y a la reducción de la mosca blanca en hortalizas y vid. Asimismo, su aplicación en campos de golf ha permitido reducir a la mitad el consumo de pesticidas.
La acción de estos extractos de algas, se debe al efecto combinado de la diversidad de un tipo especial de azúcares presentes en las paredes celulares de las algas (oligosacáridos) empleadas en su fabricación, que actúan como gancho en los procesos que desencadenan los mecanismos de defensa e inmunitarios de las plantas terrestres. La activación del sistema inmunitario de los cultivos tratados genera mayores producciones, de mayor calidad y más resistentes a enfermedades y al estrés ambiental.
Por tanto, la biodiversidad de las especies de algas, junto a la biodiversidad química encontrada en cada especie, constituye un recurso prácticamente ilimitado que puede ser utilizado de forma favorable a través de la biotecnología, con el fin de obtener productos para la agricultura, siendo, a su vez, otra fuente de riqueza proteica sustentable.
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